Investigación para sanear el agua
Crecí entre el verde de las montañas, el azul del cielo y los ríos cristalinos. Y esa conexión con la naturaleza ha sido mi permanente inspiración para buscar las formas de protegerla y cuidarla.
Las herramientas para alcanzar nuestros objetivos varían según nuestro entorno y nuestro conocimiento.
En mis tiempos de colegio, recuerdo que tenía la obsesión de que en mi clase se clasificara bien la basura para reciclar. En ese tiempo también gané un concurso a nivel nacional para vender tickets para la plantación de árboles y siempre en mi casa tuve compostaje para la materia orgánica.
No puedo dejar de mencionar que mis clases favoritas siempre fueron las ciencias naturales, química, física y todas aquellas que me ayudaran a entender la naturaleza, cómo todo está conectado y cómo el ser humano puede romper el balance si no actúa responsablemente.
Siempre supe que quería estudiar a la naturaleza. Pero la pregunta era ¿qué estudiar en la universidad para cumplir mi propósito? Y la respuesta la encontré en una feria de carreras, pues al asistir a una de ellas, decidí cursar esa que me enamoró desde el momento que leí el pensum: Ingeniería Ambiental.
Esos cuatro años explotaron mi pasión por el medio natural. Me dieron la oportunidad de estudiar la selva petenera, tomar muestras del Lago de Atitlán, visitar los Cuchumatanes y aprender de humedales en las Bocas del Polochic.
Pero también me mostraron realidades guatemaltecas, de injusticias ambientales, de contaminación y degradación del medioambiente, así como del impacto del cambio climático en las comunidades.
Mi primer trabajo tras graduarme de ingeniera fue en la gestión del Lago de Amatitlán y así comenzó mi labor de rescate. Trabajamos con un equipo de profesionales, principalmente mujeres, con pasión. Fue una linda experiencia, pero también muy frustrante. Obviamente no logramos mejorar las condiciones del lago.
El fracaso me hizo pensar que me faltaba conocimiento y que podía conseguirlo en el extranjero. Por eso apliqué a varias becas y fue la Unión Europea la que me dio la oportunidad de aplicar a un máster en ingeniería del agua en Bélgica.
Relacionarme con otras latitudes y otros niveles de conocimiento, me hicieron entender que necesitamos de muchos recursos financieros para trabajar adecuadamente en proyectos de salvamento de los recursos naturales.
Sigo preparándome para los retos y las oportunidades que se me presenten.
Las herramientas para alcanzar nuestros objetivos varían según nuestro entorno y nuestro conocimiento.
En mis tiempos de colegio, recuerdo que tenía la obsesión de que en mi clase se clasificara bien la basura para reciclar. En ese tiempo también gané un concurso a nivel nacional para vender tickets para la plantación de árboles y siempre en mi casa tuve compostaje para la materia orgánica.
No puedo dejar de mencionar que mis clases favoritas siempre fueron las ciencias naturales, química, física y todas aquellas que me ayudaran a entender la naturaleza, cómo todo está conectado y cómo el ser humano puede romper el balance si no actúa responsablemente.
Siempre supe que quería estudiar a la naturaleza. Pero la pregunta era ¿qué estudiar en la universidad para cumplir mi propósito? Y la respuesta la encontré en una feria de carreras, pues al asistir a una de ellas, decidí cursar esa que me enamoró desde el momento que leí el pensum: Ingeniería Ambiental.
Esos cuatro años explotaron mi pasión por el medio natural. Me dieron la oportunidad de estudiar la selva petenera, tomar muestras del Lago de Atitlán, visitar los Cuchumatanes y aprender de humedales en las Bocas del Polochic.
Pero también me mostraron realidades guatemaltecas, de injusticias ambientales, de contaminación y degradación del medioambiente, así como del impacto del cambio climático en las comunidades.
Mi primer trabajo tras graduarme de ingeniera fue en la gestión del Lago de Amatitlán y así comenzó mi labor de rescate. Trabajamos con un equipo de profesionales, principalmente mujeres, con pasión. Fue una linda experiencia, pero también muy frustrante. Obviamente no logramos mejorar las condiciones del lago.
El fracaso me hizo pensar que me faltaba conocimiento y que podía conseguirlo en el extranjero. Por eso apliqué a varias becas y fue la Unión Europea la que me dio la oportunidad de aplicar a un máster en ingeniería del agua en Bélgica.
Relacionarme con otras latitudes y otros niveles de conocimiento, me hicieron entender que necesitamos de muchos recursos financieros para trabajar adecuadamente en proyectos de salvamento de los recursos naturales.
Sigo preparándome para los retos y las oportunidades que se me presenten.