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Urge educación sobre impactos ambientales

El cuerpo humano es resiliente, yo puedo dar fe de ello. Dejé de vivir en Comalapa, Chimaltenango, pero visito con regularidad a la familia. De repente, en las noches comencé a despertar porque me ardía la garganta. La causa que identifiqué era el humo que emanaba el barranco lleno de basura cuando se incendiaba.

Me preocupaba pensar en todo lo tóxico que respirábamos, porque a ese barranco llegan a tirar todo tipo de materiales. Muchas veces desperté a mi familia para que cerraran sus ventanas y puertas. Pero ellos me decían que no sentían nada y que yo exageraba; se habían acostumbrado a ese ambiente y por eso el humo y el olor fétido del sector pasaba desapercibido.

El tema de los impactos ambientales aún no genera alarmas en nuestros pobladores. Estudié
Perito Forestal y en la universidad, Ingeniería Agronómica en Recursos Naturales Renovables, pero, honestamente, nunca me enseñaron sobre temas relacionados con los impactos ambientales, cambio climático o gestión de residuos.

Muchas personas crecimos pensando que ésta era la única opción y por tanto era válida, sin cuestionarnos, ¿Qué pasa con la basura que depositamos deliberadamente?

Decidí volver a mi pueblo, sin la motivación de un salario o trabajo “estable”, sólo con la incomodidad y la profunda convicción que me movía a hacer algo, que además de contribuir en la solución del problema existente, permitiera avanzar en un cambio de hábitos en la población actual y futura.

Así comenzó la construcción del proyecto Rujotay (iniciativa local):

  1. Desarrollamos un programa anual de educación ambiental contextualizada con adolescentes.
  2. Según el último estudio de caracterización de residuos, entre el 50 % y el 70 % de lo generado en Comalapa es de origen vegetal, que también contaminan altamente por lixiviados, vectores y gases; entonces, comenzamos a hacer compostaje colectivo.
  3. Conformamos una mesa técnica de ambiente.


Simultáneamente he trabajado en la fundación Centro Esdras, coordinando el programa de medioambiente. Desde este espacio dirigí la construcción del libro “Esperanza para toda la creación”, que es una herramienta para acompañar grupos de fe cristiana, en su cuidado del medioambiente. Fue nutrido con bases científicas, ideas prácticas y guías para trabajar con grupos.

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