Un mundo sin caries
Escuchar a mi abuelo y convivir con él me ha hecho lo que soy. Lo observé muchísimas veces devolver la salud y aliviar los dolores de sus pacientes, aunque a cambio solo recibiera un “Dios se lo pague”. Lito Paco, mi abuelo, siempre fue un dentista de corazón. Y si a ello agregamos la vida en familia con mis padres (Gustavo y Miriam), también odontólogos, es fácil descubrir por qué me incliné por esta profesión.
Esta decisión se complementó al enterarme de que en el mundo hay más de 530 millones de niños (6.63 % de la población mundial) que sufren de caries dental, una verdadera pandemia que, irónicamente, es totalmente prevenible con la adecuada información y educación.
Por eso decidí dedicarme a los niños y a la familia, aportando mi granito de arena en la solución de este gran problema de salud e ingresé en la facultad de Odontología de la USAC. Allí descubrí lo apasionante de la vida clínica basada en la ciencia y la búsqueda de soluciones a esta gran enfermedad.
Hoy soy odontóloga familiar, especializada en la University of Texas Health (UTH), de los Estados Unidos, con un Dental Branch de Odontopediatría, en la Universidad de Sao Paulo, Brasil, con especialización y entrenamiento para profesores universitarios en odontopediatría. También cuento con una certificación en Sedación Consciente Inhalada, en Medellín, Colombia y la UTH.
Me encanta impartir clases, lo disfruto más cuando facilito lo que me hubiera gustado que me enseñaran. Me gusta explicar que debemos tener una estrecha relación con las familias que confían en nosotros y ponen en nuestras manos lo más preciado de su vida: su salud.
Aunque en mi vida hubo oportunidades para desarrollarme profesionalmente en el extranjero, decidí demostrar que puede hacerse en Guatemala. Aquí podemos construir grandes cosas y ser entes de cambio.
En los últimos años estoy segura de que hemos generado grandes resultados. Amo lo que hago, me entrego a mi trabajo y creo en Guatemala y en un mundo mejor.